Desconfianza en la arquitectura tradicional

Reflexiones extraídas de conversaciones con vecinos de La Vera:


En las casas antiguas no se puede vivir
Para el nuevo uso de vivienda, las casas viejas suponen una falta total de confort, ya que se desconchan las paredes, los suelos no están a nivel, hay corrientes por todas partes, se llenan de polvo, tienen escaleras muy empinadas, algunas habitaciones no tienen ventanas, las ventanas no cierran bien, otras son muy bajitas, algunas casas son muy oscuras, la cubierta a teja vana es muy sucia, etc.


Solo hay una opción de intervención: la moderna.
Es excepcional la persona que cree que puede conservar la casa y adecuarla a su gusto y necesidades usando materiales y técnicas históricas (ni propietarios, ni técnicos, ni constructores). La mayor parte de las veces se ha optado por la demolición. En este punto, lo más barato y cómodo ha sido usar materiales nuevos y tirar los antiguos. En muchos casos, afortunadamente, se ha mantenido el muro de piedra y la estructura fundamental de madera. El resto de la casa se ha resuelto con materiales del mercado industrial (ladrillos, termoarcillas, cementos y morteros preparados, pinturas plásticas, ondulines, uralita en el pasado, etc ) o, en el mejor de los casos, del mercado de la bioconstrucción (en los aislamientos de corcho, fibras, cales hidráulicas, etc.).

Incluso en pequeñas intervenciones (arreglar desconchones, rozas de instalaciones, zócalos etc), se retira el revestimiento de tierra o de cal, y se sustituye por morteros industriales, aunque sea más caro que volver a echar la tierra otra vez al agujero.

Excepcionalmente, se sabe de alguna vecina que aún encala su casa vieja. En general las pinturas son todas plásticas.


Los constructores no confían y no tienen formación específica. Únicamente dos o tres cuadrillas en toda la comarca, son proclives al uso de materiales y técnicas tradicionales, y las ponen en práctica si clientes y técnicos se lo piden. Aún así advierten de la complejidad y necesitan más formación para evolucionar hacia buenas prácticas (por ejemplo en el uso de morteros y en los sistemas de las envolventes-soluciones de fachadas y cubiertas).

Las normativas son poco valoradas.
Para los vecinos, las normativas no son tanto una ayuda para una mejor intervención, si no un cortapisas a sus deseos (¿Por qué patrimonio no me deja hacer lo que quiero, si esas casas se construyeron con las ideas de mis antepasados?)

A menudo no se entiende el criterio de la comisión de patrimonio (no nos permiten dejar el muro de piedra visto, cuando siempre fue así).
Hablan decepcionados del proceso de rehabilitación de Bellas Artes de los años 90 que obligó a un diseño y un uso concreto de materiales (entre los que estaba el cemento en abundancia). A menudo se compara con la problemática vivida con los permisos de las fincas, que produce decepción y lamento por falta de escucha y de conocimiento profundo del entorno.si no te dejan ni coger ni las hojas del monte! antes con las hojas se hacían las camas de los animales, y de paso se reducía el riesgo de incendios, ahora se hacen con paja, ¡que antes la paja sería para comer!, y tampoco te dejan coger piedras, ni tierra, ni cortar los árboles que nosotros consideremos, deciden ellos a través de un forestal que acaba de salir de la carrera y con normas que no entienden nada de lo que aquí se hace o se ha hecho).

En general, hay una queja de que las normativas están hechas desde afuera, y se entienden como una imposición. Se reclama una escucha, o algún proceso en el que se establezca un diálogo (ágil en el tiempo) para encontrar una solución.
La lentitud y el exceso de burocracia se entiende como un gran fallo en el sistema.

Falta de seguridad en la intervención.
Los constructores que no tienen una formación específica en construcción tradicional no se atreven a reutilizar las armaduras y muros en las rehabilitaciones. Conservar es arriesgado.

-Hay que tener en cuenta el desagradable polvo negro que se traga en las obras de demolición de casa que lleven mucho tiempo abandonadas.

ver TESTIMONIOS DE MIS VECINAS Y VECINOS. VEr EL CASO DE LA CASA DE ANTONIO
Existe la amenaza de que las casas viejas se tiren y no se construya otra (dado el contexto de crisis actual). Esto supone un peligro estructural para los edificios colindantes.