ARTÍCULO ESCRITO PARA LA REVISTA EL PREGÓN DE GARGANTA Nº8.
Los pueblos de La Vera, y especialmente el nuestro, Garganta La Olla, conservan muchas casas antiguas, para el deleite de las habitantes y visitantes. Un homenaje se merecen los antiguos, que nos regalaron su esfuerzo (bien invertido estuvo, visto los muchos años que duran sus construcciones).
Desgraciadamente, hay muchas casas en ruinas. Después del abandono de hace décadas, los tejados han sufrido tantas goteras que las maderas han cedido, el equilibrio se está perdiendo, y la situación es a menudo irreversible (si levantaran la cabeza los abuelos).
- Algunos de los problemas que genera una casa en estado de ruina:
·Seguridad: peligro de derrumbe, responsabilidad. Afección a los edificios colindantes.
·Termitas: la humedad acumulada en las partes bajas convierte estas viviendas en un nicho de termitas que afecta también a los edificios colindantes.
·Salubridad: podredumbre en la casa y el entorno, malos olores, plagas de roedores, etc.
·Dificultad de abordaje: para optar por la rehabilitación, y dado el grave estado estructural de algunas casas, se requiere de una formación específica de técnicos y constructoras.
·Pérdida de recursos materiales (dificultad para la reutilización de la madera, los adobes, etc).
·Disminución de oferta de casas en el caso histórico.
A nadie se le escapa que arreglar una casa vieja en este estado es complicado. De haberse acometido las obras hace años la cosa hubiera sido más fácil, pero cada año de abandono sube el coste de la rehabilitación, hasta el punto de que hoy en día rehabilitar es casi un acto heroico. Pero también lo es hacer una obra nueva, ya que el coste de los materiales se ha disparado
En este contexto, ¿qué hacer con las casas antiguas? ¿las tiramos? ¿Las conservamos?
Es más fácil hacer una obra de cero (borrón y cuenta nueva), pero los materiales que heredamos con la casa quedan desaprovechados (van a la escombrera o en el mejor de casos a la tahona, donde se han quemado maderas centenarias en perfecto estado). Es una pena, sabiendo el esfuerzo que costó a nuestros antepasados cortar esos árboles, fabricar esos adobes, acarrear las piedras, levantar los ejemplares que convirtieron estos pueblos en auténticas joyas. Con cada demolición perdemos, además, parte de nuestra cultura.
Con la revolución industrial y la llegada de los nuevos materiales (del mercado global), se fueron olvidando las técnicas antiguas, hasta el punto de que hoy en día casi nadie las conoce (¿quién sabe trabajar con madera de árbol, con tierra, con cal?). Atreverse con estructuras antiguas de entramado de madera y adobe, que además tienen ya muchas patologías, requiere de un conocimiento específico en rehabilitación. Si técnicos y constructores manejan el lenguaje de la construcción tradicional, y deciden darle al seso, se puede conservar gran parte de los edificios. Además, en muchos de esos casos, el coste puede ser menor que el de la obra nueva, si optamos por usar materiales y técnicas históricas.
ANTES Y DESPUÉS DE UN EJEMPLO DE REHABILITACIÓN DE BAJO PRESUPUESTO (500€/m2), realizado en Valencia con técnicas tradicionales en modo experimental (Vegas y Mileto. VER VIDEO)
REHABILITANDO
Qué duda cabe que si se invierte un gran esfuerzo en la construcción de una casa, el resultado debe ser excelente, al gusto de los que vayan a habitarla, de máxima calidad, confort y durabilidad. Al contrario de lo que se piensa, las casas viejas pueden arreglarse y ser cómodas y elegantes, fresquitas en verano y calentitas en invierno.
El sistema de entramado de madera permite mucha versatilidad, las partes afectadas pueden sustituirse, manteniéndose el resto, abriéndose nuevos huecos e incluso elevándose las alturas. Esto facilita que la reforma pueda adecuarse a un nuevo uso, pero requiere de buenos carpinteros y ganas de enfrentarse a palos irregulares y con nudos.
Las casas veratas, ideadas para conservar el producto agrícola, están llenas de corrientes y carentes de aislamiento. Afortunadamente corregir esta circunstancia para conseguir un confort al modo moderno, no es muy complicado. Basta con realizar buenos revestimientos con los mismos materiales con los que se concibieron estas casas (tierras, cales, arenas, incluso yesos), consiguiendo así que los muros sigan transpirando y funcionando como filtros de aire (en vez que como chubasqueros, que es como funcionan si usamos cementos y pinturas plásticas). Los materiales históricos aportan una calidad insuperada por ningún material industrial, en cuanto a que gestionan la humedad, la temperatura, la inercia térmica, las radiaciones, el sonido, etc., de manera excelente.
La cubierta a tejavana no nos sirve (ya no usamos los sequeros), y además las cubiertas suelen ser las primeras estructuras en verse afectadas por las goteras, así que el tejado será necesariamente todo nuevo. Este caso también se puede resolver con materiales propios de nuestra cultura (teja, barro, cal, madera), sin el uso de ondulines que dan mucho calor y no duran tanto. VER VIDEOS DE TEJADOS
Estos materiales están disponibles en el paisaje. Piedra, madera y tierra abundan en nuestro entorno, y la cal se puede traer de no muy lejos. Pero no están en los almacenes de materiales ni en las normativas (los materiales artesanales no son fáciles de encasillar). Esta carencia es la máxima limitación que tenemos en estos momentos para optar por una rehabilitación sostenible basada en materiales cercanos y baratos. Quizás sea el momento, ahora que tanto se habla de eficiencia energética, de mirar al pasado y reaprender a construir con los materiales de siempre, por si en el futuro, que cada vez parece menos lejano, hay escasez de energía y no llega el petróleo para fabricar ni traer el cemento, o el acero, o el poliuretano
Felices materias, prendas.
Mónica,
en Garganta La Olla, julio del 2022.
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